La tortura, instrumento esclavista de la era colonial
Sorprende conocer -cuando se investiga a fondo- el papel desempeƱado por la tortura durante el trĆ”fico negrero entre los siglos XVI y XIX, cuando fue acompaƱante imprescindible de la economĆa colonial de plantación.

Esa expansión de la trata en el Nuevo Mundo, constituyó un objetivo económico estratĆ©gico sustancialmente magnĆfico para los esclavistas de entonces.
La importación de mano de obra esclava evitaba el desgaste de la propia, y agrandaba las arcas coloniales, mientras que las pérdidas por las muertes de los sojuzgados eran financieramente costeables.
Pero para mantener una relación amo-esclavo estable el primero requerĆa emplear mecanismos de sumisión obligatoria y en esto consistĆa tambiĆ©n adoptar una conducta sĆ”dica para justificar moralmente que un ser humano perteneciera a otro.
SerĆa idealismo social observar la trata negrera en esta parte del mundo asociada sólo con el factor Ć©tico, pues el componente económico sobresale al estudiar el asunto y resulta imposible desconocer que muchas riquezas creadas entonces en Europa y Estados Unidos chorrean sangre de esclavos africanos.
Para eternizar el status que desde la base hasta las alturas se empleaba cualquier medio, por muy indigno que fuera. El castigo masivo o la tortura individual se practicaban en forma ilimitada en caso de sublevación y el escarnio fĆsico se convertĆa, de hecho, en actos de degradación espiritual.
La importación de mano de obra esclava evitaba el desgaste de la propia, y agrandaba las arcas coloniales, mientras que las pérdidas por las muertes de los sojuzgados eran financieramente costeables.
Pero para mantener una relación amo-esclavo estable el primero requerĆa emplear mecanismos de sumisión obligatoria y en esto consistĆa tambiĆ©n adoptar una conducta sĆ”dica para justificar moralmente que un ser humano perteneciera a otro.
SerĆa idealismo social observar la trata negrera en esta parte del mundo asociada sólo con el factor Ć©tico, pues el componente económico sobresale al estudiar el asunto y resulta imposible desconocer que muchas riquezas creadas entonces en Europa y Estados Unidos chorrean sangre de esclavos africanos.
Para eternizar el status que desde la base hasta las alturas se empleaba cualquier medio, por muy indigno que fuera. El castigo masivo o la tortura individual se practicaban en forma ilimitada en caso de sublevación y el escarnio fĆsico se convertĆa, de hecho, en actos de degradación espiritual.
TORTURAS

A partir de 1517 las potencias coloniales comenzaron a introducir en la AmƩrica gran cantidad de africanos esclavizados.
Primero fueron empleados como fuerza de trabajo en las plantaciones de caña de azúcar en las islas del Caribe, luego también en las haciendas de café de lo que hoy es Brasil y ademÔs en las fincas algodoneras del sur de Norteamérica.
Era una migración forzosa arrastrada por inescrupulosos comerciantes de seres humanos y los africanos eran cazados en las sabanas del llamado Continente negro o vendidos por reyezuelos envilecidos.
Pero si bien el siglo XVI marca un perĆodo siniestro, pues los cargamentos de hombres fueron en aumento, su utilidad impuso una relación de sujeción, a la cual se aferraba el amo por una parte, mientras que el esclavo se orientaba en dirección contraria, hacia su liberación, que muchas veces no alcanzó.
A fin de evitar la total ruptura de esa relación antagónica, el uso del cepo, el lĆ”tigo, el encadenamiento resultaron mĆ©todos frecuentes en las haciendas, donde los medios de castigo permanecĆan a la vista de la dotación como una amenaza perenne para que evitara todo desliz.
La prÔctica de la tortura alcanzó un alto grado de perversa animosidad y refinamiento durante los 300 años que duró la trata negrera.
Un artĆculo de Marisol RodrĆguez Tarazona hace referencia a cinco de las peores torturas aplicadas contra los esclavos en el pasado: el tronco, la mĆ”scara, el bloque, el mundo gira y el gargalheira.
La mƔscara:
Se utilizaba a menudo para castigar a los esclavos que robaban caƱa o melaza para alimentarse. Era un artefacto de hierro unido a la cabeza y el cuello del castigado, y sólo podrĆa retirarlo el capataz o el dueƱo de la dotación.
El tronco:
Era uno de los mĆ”s crueles castigos contra esclavos rebeldes y consistĆa en atar con grilletes y cadenas al esclavo a un tronco recto de poco mĆ”s de dos metros de altura y propinarle latigazos. La tortura era un espectĆ”culo y el lĆ”tigo rajaba la piel de la espalda y fracturaba las piernas del castigado.
El bloque:
El bloque consistĆa en un tronco de madera mĆ”s grueso que el esclavo llevaba en la cabeza unido a una cadena larga atada al tobillo y se usaba para inutilizar a la vĆctima, quien podrĆa sufrir dĆas sin comer. Se empleaba con el fin de extraer confesiones.
El mundo gira:
En este caso se utilizaba un instrumento de hierro que tenĆa grandes y pequeƱos agujeros para los pies y las manos pegados a la inversa, es decir, la mano derecha con el pie izquierdo, mano izquierda para el pie derecho, asĆ es esclavo quedaba en una posición dolorosa durante dĆas, y eso podĆa acompaƱarlo la flagelación.
El gargalheira:
Fue, ampliamente utilizado en la Ć©poca de la esclavitud, era una especie de collar de hierro y servĆa mĆ”s como una advertencia de castigo y humillación, pues se ponĆa en la cabeza y el cuello del individuo, e indicaba que habĆa cometido un acto de rebeldĆa o delito contra su amo.
Primero fueron empleados como fuerza de trabajo en las plantaciones de caña de azúcar en las islas del Caribe, luego también en las haciendas de café de lo que hoy es Brasil y ademÔs en las fincas algodoneras del sur de Norteamérica.
Era una migración forzosa arrastrada por inescrupulosos comerciantes de seres humanos y los africanos eran cazados en las sabanas del llamado Continente negro o vendidos por reyezuelos envilecidos.
Pero si bien el siglo XVI marca un perĆodo siniestro, pues los cargamentos de hombres fueron en aumento, su utilidad impuso una relación de sujeción, a la cual se aferraba el amo por una parte, mientras que el esclavo se orientaba en dirección contraria, hacia su liberación, que muchas veces no alcanzó.
A fin de evitar la total ruptura de esa relación antagónica, el uso del cepo, el lĆ”tigo, el encadenamiento resultaron mĆ©todos frecuentes en las haciendas, donde los medios de castigo permanecĆan a la vista de la dotación como una amenaza perenne para que evitara todo desliz.
La prÔctica de la tortura alcanzó un alto grado de perversa animosidad y refinamiento durante los 300 años que duró la trata negrera.
Un artĆculo de Marisol RodrĆguez Tarazona hace referencia a cinco de las peores torturas aplicadas contra los esclavos en el pasado: el tronco, la mĆ”scara, el bloque, el mundo gira y el gargalheira.
La mƔscara:
Se utilizaba a menudo para castigar a los esclavos que robaban caƱa o melaza para alimentarse. Era un artefacto de hierro unido a la cabeza y el cuello del castigado, y sólo podrĆa retirarlo el capataz o el dueƱo de la dotación.
El tronco:
Era uno de los mĆ”s crueles castigos contra esclavos rebeldes y consistĆa en atar con grilletes y cadenas al esclavo a un tronco recto de poco mĆ”s de dos metros de altura y propinarle latigazos. La tortura era un espectĆ”culo y el lĆ”tigo rajaba la piel de la espalda y fracturaba las piernas del castigado.
El bloque:
El bloque consistĆa en un tronco de madera mĆ”s grueso que el esclavo llevaba en la cabeza unido a una cadena larga atada al tobillo y se usaba para inutilizar a la vĆctima, quien podrĆa sufrir dĆas sin comer. Se empleaba con el fin de extraer confesiones.
El mundo gira:
En este caso se utilizaba un instrumento de hierro que tenĆa grandes y pequeƱos agujeros para los pies y las manos pegados a la inversa, es decir, la mano derecha con el pie izquierdo, mano izquierda para el pie derecho, asĆ es esclavo quedaba en una posición dolorosa durante dĆas, y eso podĆa acompaƱarlo la flagelación.
El gargalheira:
Fue, ampliamente utilizado en la Ć©poca de la esclavitud, era una especie de collar de hierro y servĆa mĆ”s como una advertencia de castigo y humillación, pues se ponĆa en la cabeza y el cuello del individuo, e indicaba que habĆa cometido un acto de rebeldĆa o delito contra su amo.
SEVICIA Y MUERTE

Preguntarse hasta dónde llegó la crueldad en los castigos y torturas a los esclavos dejarĆ” muchos espacios vacĆos, pues al igual que se desconoce cuĆ”ntos millones de africanos fueron vĆctimas de la trata trasatlĆ”ntica, tambiĆ©n se ignora el lĆmite de los castigos y las torturas aplicadas contra ellos.
No obstante, la historia recoge hechos tan sobresalientes que impiden olvidar la monstruosidad de tales prƔcticas durante siglos.
Ejemplo de ello fue el caso de Madame Delphine LaLaurie, quien debió huir de Nueva Orleans en 1834 por las atrocidades cometidas contra sus esclavos, actuación que hasta llegó a desagradar al conglomerado sureño que medraba con la trata.
Su tétrica fama de asesina en serie involucrada con la tortura y muerte de sus esclavos, se develó durante un fuego en su residencia.
Su imagen pública se desmoronó totalmente en abril de 1834, cuando pobladores de New Orleans que ayudaban a rescatar heridos después de un incendio en su mansión en Royal Street, hallaron esclavos atados que mostraban graves maltratos.
Los testimonios tomados de las vĆctimas, heridas la mayorĆa, se referĆan a tormentos y otras prĆ”cticas macabras ejecutadas por la mujer, quien escapó a casa de unos familiares y luego cambió de nombre para evitar ser reconocida.
Tras la fuga de la asesina trascendió que nunca mÔs se supo de aquellos esclavos que le fueron devueltos después de haber intentado escapar.
MĆ”s adelante un hombre de confianza de Madame LaLaurie confesó la existencia de una cĆ”mara de torturas utilizada durante aƱos por su dueƱa, que se divertĆa casi a diario atormentando a sus esclavos. "Nada le daba mĆ”s placer", confirmó.
Madame La Laurie, a la que desde entonces se conoció como el monstruo de Louisiana, huyó antes de que pudieran procesarla judicialmente. Nunca la detuvieron y murió en ParĆs el 7 de diciembre de 1842.
No obstante, la historia recoge hechos tan sobresalientes que impiden olvidar la monstruosidad de tales prƔcticas durante siglos.
Ejemplo de ello fue el caso de Madame Delphine LaLaurie, quien debió huir de Nueva Orleans en 1834 por las atrocidades cometidas contra sus esclavos, actuación que hasta llegó a desagradar al conglomerado sureño que medraba con la trata.
Su tétrica fama de asesina en serie involucrada con la tortura y muerte de sus esclavos, se develó durante un fuego en su residencia.
Su imagen pública se desmoronó totalmente en abril de 1834, cuando pobladores de New Orleans que ayudaban a rescatar heridos después de un incendio en su mansión en Royal Street, hallaron esclavos atados que mostraban graves maltratos.
Los testimonios tomados de las vĆctimas, heridas la mayorĆa, se referĆan a tormentos y otras prĆ”cticas macabras ejecutadas por la mujer, quien escapó a casa de unos familiares y luego cambió de nombre para evitar ser reconocida.
Tras la fuga de la asesina trascendió que nunca mÔs se supo de aquellos esclavos que le fueron devueltos después de haber intentado escapar.
MĆ”s adelante un hombre de confianza de Madame LaLaurie confesó la existencia de una cĆ”mara de torturas utilizada durante aƱos por su dueƱa, que se divertĆa casi a diario atormentando a sus esclavos. "Nada le daba mĆ”s placer", confirmó.
Madame La Laurie, a la que desde entonces se conoció como el monstruo de Louisiana, huyó antes de que pudieran procesarla judicialmente. Nunca la detuvieron y murió en ParĆs el 7 de diciembre de 1842.