Jihad al-Dahhan, un guardián de la artesanía damascena, en Siria
Su artesanía tiene raíces en la época omeya. Es una consonancia entre los cálculos, el arte y el buen gusto.
Damasco, Siria. Un taller en el barrio Al-Midan acoge a los visitantes. Piezas de madera esparcidas en el suelo. Cuadros decorativos colgados en las paredes.
Un hombre respetable, de ojos escrutadores, se mueve con desenvoltura entre sus artesanías y manualidades de intrincados patrones geométricos.
¿Pintor? ¿Escultor? No. Es un ingeniero que, a pesar de sus muchos años creando puentes y caminos, no dejó ni un solo día de practicar la tradición de carpintería heredada de padres y abuelos. Su nombre es Jihad al-Dahhan.
Preservar una identidad
En entrevista con Al Mayadeen español, no le preguntamos por las décadas de estudio en la universidad, es decir, por sus pruebas de matemáticas o de dibujo.
Por otra parte, nos interesó su máxima de proteger el patrimonio nacional, a pesar de las dificultades.
“No solo es un deber, sino un placer, porque cada artista lleva en su interior un campo fértil para la creatividad y la innovación”, afirmó.
Su trabajo exige precisión: ensambla las maderas, las compacta sin adhesivos y fija las piezas entre sí, trabajando ambas caras, la delantera y la trasera.
Consiste en un entrelazado entre varios tipos de colores, el del nogal y el roble sueco o canadiense. Al pegarlos forma una armonía geométrica entre sin ningún otro tipo de material.
Esta artesanía, con su nombre "arabi", tiene raíces en la época omeya. Es una consonancia entre los cálculos, el arte y el buen gusto.
Un futuro incierto
Durante años, los productos de Jihad tuvieron una gran demanda, tanto a nivel local como en la región y el mundo.
Muchas de sus obras están repartidas en Egipto, Jordania, Siria, los países del Golfo, los Estados Unidos, Turquía y Líbano.
Hoy día, la demanda es débil debido al alto coste de las materias primas, a la dificultad para obtenerlas, y la preferencia del público por las industrias modernas.
“Ni esta ni otras profesiones tradicionales tienen futuro, especialmente al ver a esos jóvenes que prefieren tener un trabajo con un rendimiento financiero, suficiente, convincente y rápido”, aseguró con tristeza.
De Al-Allaf a Al-Dahhan
La familia Al-Allaf, especializada en la artesanía damascena y el mosaico, dejó su tierra natal del Ándalus en 1496.
Un grupo se asentó en Turquía, mientras otro llegó hasta Damasco, siempre con la idea de continuar con su trabajo artesanal.
Al registrarse en sus nuevos hogares, adoptaron el apellido Al-Dahhan, en honor a la profesión que practicaban.
Con el tiempo, sus estilos tuvieron gran éxito dentro de las murallas de Damasco. Por rigor, por orgullo y por amor.
El propio Jihad recibió una oferta excepcional ya hace más de 30 años. El embajador de España le propuso enviar a toda la familia a Andalucía, para crear una escuela académica y de estructuras damascenas allí. Un proyecto que nunca vio la luz. Su arte dejaría de serlo sin Siria.