Mientras continúan las operaciones de la alianza estadounidense en el mar Rojo, el responsable de política exterior de la Unión Europea, Josep Borrell, anunció una misión similar independiente llamada Aspires, cuyo objetivo es proteger los barcos en la referida ruta de navegación, pero no especificó cuál será el país líder.

Lo que llama la atención de estas misiones militares es que los estadounidenses y europeos llevaron a cabo misiones navales en el mar Rojo para enfrentar al movimiento Ansar Allah de Yemen, tras su decisión imponer una prohibición a los barcos israelíes o relacionados con el objetivo de detener la guerra israelí contra Gaza. Por tanto, hubiera sido más eficaz para los estadounidenses y europeos resolver la causa y las raíces del problema y no sus resultados.

En realidad, las operaciones navales en el mar Rojo están vinculadas al control de las rutas marítimas estratégicas porque constituyen la clave básica para el dominio global.

La historia indica que el control de los mares y las rutas marítimas permitió la hegemonía británica en el mundo y fue la razón del éxito de la llamada Paz Británica, en  referencia al período de dominación mundial de Reino Unido comprendido entre 1815 y 1914, también conocida como época del victorianismo pleno.

La Paz Británica o el siglo de la Paz de Europa, cuando el Reino Unido alcanzó su auge como potencia hegemónica, fue considera una prueba de que actuar desde fuera del conflicto podría ser una excelente estrategia para una potencia dominante.

En cuanto a los asuntos que contribuyeron al establecimiento de la Paz Británica en el mundo, puede mencionarse:

1. Victoria en las guerras contra Napoleón.

2. Enormes capacidades económicas y militares para alcanzar el estatus de superpotencia.

3. Superioridad naval, alta tecnología y fuerzas terrestres masivas para contribuir al equilibrio del poder europeo.

4. Reconocimiento global del estatus de gran potencia del Reino Unido.

Los estudios indicaron que la capacidad del Reino Unido para construir un imperio global durante los siglos XVIII y XIX fue posible gracias a su superioridad naval. 

Durante ese período, la política exterior británica se basó en gran medida en la llamada estrategia del “gobierno de las olas”, la cual requería el desarrollo de una poderosa flota para defender los intereses británicos en todo el mundo, en especial sus colonias y líneas comerciales, además del control de la Real Marina de las rutas fluviales estratégicas para apoyar sus intereses.

Por lo tanto, el Reino Unido pudo imponer sus condiciones en todo el mundo, lo cual fue necesario para preservar su dominio e influencia.

Según la misma percepción, el despliegue militar de Estados Unidos en aguas de Medio Oriente, región de importancia estratégica, en particular el Golfo y el estrecho de Bab al-Mandab, la entrada sur del mar Rojo, y en el Océano Índico, impulsado por su interés en preservar las rutas comerciales marítimas y la libertad de navegación, indica su intento de buscar ejercer influencia global similar a la era de la Paz Británica.

Sin embargo, la diferencia entre la Paz Británica y el intento de los Estados Unidos de imponer un modelo similar, titulado Paz Estadounidense, es evidente en la costosa participación militar de Washington en el mundo y en el intento de controlarlo mediante la confrontación directa con las principales potencias, algo que el Reino Unido no hizo durante sus períodos de control, al ser consciente del gran costo militar y su expansión.

Los estudios históricos señalan que, incluso durante las guerras napoleónicas, cuando Reino Unido enfrentó y frenó el posible ascenso de otras grandes potencias europeas, mantuvo una estrategia de “aislamiento” que la ayudó a preservar su influencia.

En este sentido, Nigel Jones, uno de los historiadores más importantes, resumió la gran estrategia británica en el siglo XIX cuando dijo: “El Reino Unido, que dominaba las olas del mundo, estuvo ocupado de sus asuntos en primer lugar y a expensas de Europa y centró la atención en  la riqueza y la prosperidad y en apoyar la industria victoriana, donde su imperio gobernó una cuarta parte del mundo", mientras los europeos estaban involucrados en luchas internas y establecer equilibrios del poder entre ellos.

Así, durante el siglo XIX, la hegemonía británica no se basó en la estrategia del “equilibrio de poder”, y Estados Unidos intenta implementarla hoy al tratar de impedir la aparición de cualquier potencia en el escenario mundial, ya que los británicos se beneficiaron de la paz y lograron como resultado la denominación del “concierto europeo” en 1815 y desempeñaron el papel de "polizón" a expensas de otros países europeos. 

De esta manera, los británicos ampliaron su influencia e industria, y disfrutaron de prosperidad a expensas de otros países que lucharon entre sí y sufrieron los costos de las guerras.

En conclusión, la estrategia seguida por la administración Biden fue entrar en un conflicto por poderes con los rusos y contener a China estableciendo alianzas en su entorno geográfico y rodeándola de bases militares, además de una costosa participación en el Medio Oriente para defender a “Israel” y consolidarlo como una avanzada base para la hegemonía occidental  e intentar “controlar las olas” por la fuerza militar... 

Todo esto hace que la posibilidad de Estados Unidos de imponer un modelo imperial similar a la Paz Británica sea más difícil porque la intervención  militar es costosa y requiere una confrontación, cuyos costos también serán grandes para los estadounidenses y el mundo.